El nacimiento de cada ser humano es una oportunidad única para reorientar a la sociedad sembrando buenas semillas en cada pequeñito que llega al mundo. Existen cuatro virtudes cardinales, que fungen como pilares para la conformación de una persona que será agente de cambio en nuestra sociedad.
Virtud, nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica, es la tendencia de una persona a hacer el bien. Las virtudes cardinales son también conocidas como virtudes humanas porque implican un trabajo constante por parte de los padres y después de cada persona, para adquirirlas y vivirlas cotidianamente.
¿Qué beneficios tiene el vivir conforme a las cuatro virtudes cardinales? Estamos sentando las bases para un mundo mejor, cada vez más justo para todos. Cada persona a su vez, al conocer y practicar estas virtudes de forma consciente, también se va acercando a una mejor versión de sí mismo.
Las 4 virtudes cardinales
Las virtudes cardinales o humanas son las siguientes:
Prudencia
La virtud cardinal que nos permite discernir y decidir con calma, lejos de los impulsos, con lugar a la reflexión para optar por lo más certero y apegado a la justicia y la paz.
Justicia
Por esta virtud cardinal aprendemos a dar a cada persona lo que por derecho le corresponde. Ya sea reconocimiento, un castigo o una remuneración, mediante esta virtud decidimos con honestidad y lejos de intereses personales o sentimientos ajenos a la situación.
Fortaleza
Es la virtud cardinal que nos infunde energía para conquistar los propósitos más elevados o resistir las situaciones más adversas sin caer en las tentaciones del mal. Gracias a la fortaleza nos llenamos de energía para alcanzar y resistir acogidos en la Gracia de Dios.
Templanza
Especialmente en la juventud es complicado resistir a los tantos placeres que se ofrecen a nuestros sentidos: la comida, el alcohol, la posesión de objetos, etcétera. La templanza nos hace mesurados, nos contiene ante el desenfreno del placer y nos recuerda la importancia de obrar conforme a la sabiduría divina.
Estas virtudes cardinales son adquiridas, es decir, sólo mediante la consciente toma de decisiones y comportamientos, nos vamos acercando a su luz. Si desde pequeños nos educan en un entorno donde haya justicia, prudencia, templanza y fortaleza, llevaremos estas virtudes a cada lugar, sembrando nuevas semillas de bondad y amor.
Recuerda que estas virtudes son solo la base para mejorar la sociedad en la que vivimos, pero que los valores que se desprenden de ellas son parte de la construcción de un mundo mejor.
En Cáritas de Monterrey trabajamos para mejorar las condiciones de la población menos favorecida de la región, siendo impulsados por la justicia y la templanza, así como por nuestros mejores deseos para nuestro prójimo.