Padres generosos, hijos generosos. Ésta es una regla. Si queremos que nuestros hijos desarrollen el valor de la generosidad, primero debemos ser generosos nosotros.
Además, como bien sabes, la familia nunca termina de educar. Es un proceso continuo y en dos sentidos: los hijos aprenden de sus padres, pero también enseñan a estos. Entre los valores que se comparten, la generosidad es uno de los principales. Esto se debe porque por lo general, un padre dedicado, una madre atenta, no podrá serlo sin generosidad.
La generosidad es un boleto a la felicidad. Es uno de sus requisitos, no hay persona feliz que no sea generosa. ¿Por qué? Porque los actos de voluntad desinteresados, ayudan a cubrir necesidades de otros; quien los realiza, ve desarrollarse el fruto de sus acciones.
La plenitud viene también gracias a la generosidad, ya que a través de ésta uno vive mayores satisfacciones y con mayor intensidad, en contraste con una vida de avaricia y egoísmo.
La importancia de que los niños, desde una muy temprana edad, vean a sus padres practicar este valor, es porque como cualquier otra virtud, la generosidad se aprende siguiendo el ejemplo de otros.
Hay muchas formas de llevar a cabo acciones generosas que sean de impacto en la vida de otros, al mismo tiempo que resulten formativas para los pequeños del hogar. Un primer paso, es ser generoso con uno mismo, cubrir tus necesidades y premiarte de vez en cuando. Te quedarías exhausto si te ocuparas nada más de las necesidades de los otros. Así, tú podrás ser comprensivo y amable con los demás, reconocerás sus necesidades y sus sentimientos, porque conoces muy bien los tuyos.
La generosidad promueve y fortalece las relaciones sociales. Por eso es tan importante que desde niños tengamos noción de que la persona que tengamos enfrente, independientemente de su edad, será alguien que siente, que tiene preocupaciones, virtudes, defectos y sueños por cumplir, tal como nosotros. Así los niños aprenderán a no juzgar, ayudando a todos por igual.
Algunas de las maneras en las que los pequeños pueden aprender el valor de la generosidad en el hogar
- Compartiendo con sus hermanos y primos (sin obligarlos).
- Por medio de cuentos e historias que comuniquen estos valores.
- Animándolos a tener detalles con sus compañeros (por ejemplo, en sus cumpleaños).
- Invitándolos a colaborar en las tareas domésticas.
- Haciendo acciones filantrópicas en familia, como donaciones o voluntariado.
- Hablándoles con empatía de la realidad de los más desprotegidos.
No habrá mejor forma de aprender a ser generoso que comenzando. ¡Ánima a tus hijos a colaborar en un esfuerzo de Cáritas de Monterrey! Alguno de sus programas les podrá ser lo suficientemente atractivo para comenzar. Desde donar juguetes o ropa que ya no usen, hasta regalar un poco de su tiempo en fin de semana, todo ayudará. Y lo más importante, es que podrá ser una experiencia que recuerden y repitan el resto de su vida.