Un niño lo tiene muy claro: papá y mamá son diferentes, cada uno le aporta cariño y apoyo, pero con enfoques distintos y ambos son insustituibles.
A pesar del creciente número de familias uniparentales, el ideal sigue siendo que las dos figuras sean los pilares sobre los cuales se desarrolle cada pequeño. Aunque los estereotipos, antiguos y modernos, plantean que la figura paterna es ausente, exclusivamente proveedora, prescindible, secundaria; la verdad es que papá juega un papel tan importante como el de la mamá en la formación de los niños.
Importancia de la figura paterna en el desarrollo del niño
La figura paterna, explican los psicólogos, establece la relación de cada niño con el exterior. Es la primera figura de autoridad y es la que equilibra la “totalidad” de la madre. La figura paterna es aventurera, nos invita a salir de la zona de confort y conocer nuestros límites, controlar emociones, relacionarnos con respeto y valores.
Psicólogos de todo el mundo coinciden en que la figura del padre, cuando está realmente presente en todos los aspectos de la vida del niño, favorece su desarrollo cognitivo. Así como a su adaptabilidad social, capacidad expresiva y su tendencia a la estabilidad en la edad adulta.
En este sentido es sumamente importante que los padres desatiendan los estereotipos sociales del padre ausente, pero proveedor; o que se confíen en la presencia de la madre para educar al pequeño. Es una responsabilidad compartida.
La figura paterna debe ser amorosa, totalmente disponible, respetuosa, cercana, abierta a conversaciones y experiencias que proponga el hijo para guiarlo.
También es muy importante que padre y madre estén de acuerdo en un trato cotidiano armonioso, pues esta relación sentará las bases para la familia que el niño conforme cuando crezca. El rol del padre rige el patrón de búsqueda de pareja y cómo el varón se comporta con la mujer.
La experiencia de educar a un nuevo ser en el amor y el respeto, en su relación con el mundo al que han llegado, trasciende la palabra bendición y llena el alma de gratitud.
La figura paterna en la infancia es más grande que la del superhéroe. “Papá todo lo puede, todo lo sabe; quiero ser como papá”, dicen los niños. Quizá en la adolescencia lo olviden un poco y está bien para que ellos reafirman su propia valía. Pero si la figura paterna cumplió su deber, el adulto volverá al padre con gratitud y amor.
Cáritas de Monterrey felicita a todos los padres que están presentes en la crianza de sus hijos y que comparten valores como el amor al prójimo.