La ciudad de México se extiende luminosa y febril sobre el antiguo Valle de México. Es tan difícil imaginar el verdor y candidez de su aspecto en otras épocas. Solo algunos rincones conservan ese encanto peculiar de pueblos lejanos, así es la Villa de Guadalupe. Su magnificencia y modernidad no opacan los templos que generación tras generación han contenido la fe en la dulce joven, Señora del Cielo, que privilegió a México con su aparición. La Virgencita, morenita del Tepeyac, es un sólido soporte de la identidad mexicana.
El origen de la Virgen de Guadalupe
Su aparición ocurrió en 1531 y marcó el fin de las hostilidades entre españoles e indígenas sobrevivientes a la Conquista. El elegido fue Juan Diego, un indígena, y el lugar de su aparición fue el cerro del Tepeyac, sitio de adoración de los antiguos aztecas. Toda su imagen plasmada en lo burdo de un ayate, mantiene símbolos que exaltan lo indígena. A diferencia de otras apariciones, aquí la Virgencita luce morena, afable, su apariencia es humilde, aunque evidencia su reino celestial. Todo en ella habla de consuelo y amor al pueblo vencido.
¿Qué representa la Guadalupana para un mexicano?
La Virgencita es intercesora infalible en los casos más urgentes y desesperados. Ella que es Madre de Dios, se vistió con nuestra piel y con las estrellas. Y vino a decirnos: “¿No estoy yo aquí, que soy tu madre?” Con esta frase nos invita a descansar bajo su sombra, y dejar nuestras inseguridades en sus manos.
“No hizo nada igual con ninguna otra nación”, dijo el Papa Benedicto XlV cuando supo de las apariciones en México. La silueta de la Virgencita nos alcanza a todos y nos cubre con dulzura. Quizá no hemos reparado en cómo este privilegio tan especial ha marcado nuestra identidad, pero es verdad que la Virgencita nos ha acompañado en la construcción de esta nación.
Y si ella nos brinda su cariño y protección desde hace casi 5 centurias, los mexicanos no hemos dejado de prodigar nuestro amor y respeto. La hemos convertido en reina de nuestros hogares y patrona de los lugares de trabajo.
12 de diciembre: día de la Virgen de Guadalupe
Cada año los mexicanos nos reunimos puntuales en la casa de la Virgencita, en ese cerro hecho luz y esperanza. Y a nuestro modo, con mariachis, vendimia, emociones exaltadas, ofrendas insólitas y música, la celebramos y le rogamos que siga siendo nuestra intercesora ante su Hijo.
La Virgencita ha superado todas las barreras de religión, edad, origen, clase social, género e incluso fronteras. Los mexicanos somos guadalupanos. Ella nos guía hacia la bondad, la misericordia, el amor al prójimo, nos llama a ser hermanos generosos, confiados en Dios. En Cáritas de Monterrey te invitamos a seguir disfrutando del privilegio con el que nos honró la Virgencita, atendiendo a su llamado de caridad y oración. Que ser guadalupano nos llene de orgullo y paz.